La nubecita rosada

Dr. Roberto Sánchez
Había una vez una casa situada en el campo la cual tenía una gran piscina en donde vivían todas las gotas de agua que era posible imaginar. Muchas familias de gotas estaban residenciadas en aquella hermosa piscina, vivían nadando juntas papá gota al lado de mamá gota y muchas gotitas hembras y varones.
Pero había un problema, como estas gotitas eran igualitas todas, era difícil saber quién era hembra y quién era varón, esta incógnita se resolvía al llegar el momento de ser papá gota o mamá gota, cuando cada quien se daba cuenta de lo que era, pero nadie podía saberlo con antelación, ni siquiera papá o mamá gota lo sabían.
El gordito asustó a todas las goticas...
Un día apareció caminando hacia la piscina un gran niño muy, pero muy gordo y se montó en el trampolín y comenzó a saltar con una actitud amenazadora y con la decidida intención de darse un chapuzón.
  • ¡Bárbaro! -Gritaron todas las gotitas-, ¿Qué pasará si ese niño se lanza sobre nosotras?.
  • Nos va a aplastar, nos va a escachapar, nos va a espaturrar, -era el rumor general-.
Las gotitas temblaban ante los saltos que hacía el niño gordo tratando de elevarse lo más posible para luego caer al agua, sin pensar en lo que pudiera ocurrirle a las gotitas. Al caer de chapuzón, gotas y gotitas salpicaron hacia todas partes, pero sólo las gotitas gritaban de miedo y desesperación, porque las gotas mayores estaban acostumbradas a estas situaciones. Una de estas gotitas cayó sobre el vidrio de un carro.
¡Qué susto!, se imaginan lo que significa verse separados de toda su familia: papá, mamá y hermanos, darse cuenta de que estás en un sitio muy extraño el cual era el vidrio parabrisas de un carro. La gotita sentía que temblaba, pensaba que era de miedo pero no era así, había otra causa que la hacia temblar, resulta que el carro se desplazaba y al chocar la brisa con el vidrio, la gotita temblaba. De pronto, y como para empeorar la situación se percató que el vidrio se estaba calentando debido al fuerte sol que resplandecía esa mañana, esto la hacía sudar y a la vez derretir. A medida que pasaba el tiempo se estaba haciendo más pequeña, y más y más.
Experimentó una rara sensación, sentía que volaba, todo sucedió tan rápida y repentinamente, que estaba toda confundida. Por suerte no era que desaparecía, ni que perdía parte de si misma, sino que estaba ocurriendo el fenómeno de la evaporación. Ahora si entendía cuando su mamá y papá gota y otras gotas adultas hablaban sobre este tema. Estaba formando parte de una bella nubecita rosada que ocupaba una parte del cielo con otras nubes pero blancas:
  • ¡Dios mío!... -exclamó con alegría-.
Había comprendido que era una gotita hembra, que hermoso, que felicidad tan grande, prácticamente no cabía en la nube de lo orgullosa que estaba. Había descubierto como averiguar si era hembra o varón antes de tener hijos, ella siempre había tenido el presentimiento de ser hembra, pero no estaba segura, le gustaba mucho ser una gotita hembra, siempre lo había deseado, claro, sin decirle nada a nadie, porque no quería pasar la pena en caso de equivocarse.
El caso es que subió a los cielos convertida en una bella, tierna, cariñosa y hermosa nube rosada.
Nuestra gotica viaja por el aire...
Aquí no termina nuestra historia, porque nuestra pequeña amiga al subir a los cielos, por efecto del aire, empezó a moverse y de repente pudo ver todo el mundo de una sola vez, porque estaba muy alto, o sea muy, pero muy arriba, pudo ver el mar, los ríos y las montañas, los edificios, las casas, las calles, los carros y se dio cuenta de que ella era lo más grande de todo eso, ya que desde arriba todo se veía chiquito. Al irse moviendo también pudo darse cuenta de que había visto su casa, es decir, la piscina de donde había salido.
Al subir más, nuestra bella compañera se enfrió aún más y se transformó nuevamente en una gota de agua y así cayó hacia la tierra, se dio cuenta de que podía gobernar la caída y dirigirse hacia el lado que quería ir, y así se movió y se dirigió hacia su casa; al caer al agua, fue inmediatamente reconocida por toda su familiar quienes se pusieron muy, pero muy contentos, tan contentos que hasta fiesta hubo en la piscina, nuestra pequeña amiga contó su maravillosa experiencia y de como había descubierto de que ella era una gota hembra.
Hoy en día, ella pasa los días esperando a nuestro amigo el gordito, para que se lance al agua y de esa manera pueda ella salir nuevamente a recorrer el mundo, pero en esta oportunidad sin ningún miedo, ya que ella sabe como son las cosas.


 

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