Este Novática 111 (cabalístico número, producto de dos primos, 37*3, en la más pura tradición criptográfica) culmina 20 años de 'aventura Novática'. Un desafío que me confió ATI en 1974, como primer Director de una Asociación y una Revista entonces sostenida por 500 profesionales ávidos de comunicarse entre sí y con ese entorno fascinante que nos sacaba de ciertos fantasmas del siglo XIX (¡con cierto retraso!). Aquellas circunstancias, superadas pero no olvidables, se enmarcaban en un primer salto tecnológico hacia la telemática (monografía del Novática nº 1), notable neologismo para la distribución a pantallazos de un centralismo organizado en bases de datos (curioso 'paleo-logismo' para los multificheros interrelacionados). Novática fué recogiendo entonces las primeras mieles y hieles del doble reconocimiento, académico y laboral, hacia una profesión en rampa de despegue que hasta entonces se nutría de las demás.

En la década siguiente, la informática empezó a instalarse en muchos sectores de la sociedad. Los 'gurús' (de Toffler a JJSS, el famoso y olvidado Servan Schreiber) lanzaron oleadas sucesivas de revoluciones informáticas sobre un mundo desprevenido (y algo mustio por las crisis del petróleo y de los imperios, todo hay que decirlo). De esa resaca nos quedaron, y no es poco, el minitel y la microinformática, o sea una profesionalidad también distribuida, por la que el tratamiento de información se centrifugaba asequiblemente hacia otras profesiones, invirtiendo el flujo anterior. En esa nueva sensibilidad práctica no cabían los oscursos vaticinios de un '1984' de Orwell; vaticinios que se esforzaron en desarmar múltiples y sesudos congresos y artículos (aunque algunos seguimos algo inquietos). En esas fechas, yo estaba en la Oficina Intergubernamental para la Informática, con sede en Roma, dirigiendo 'Agora', un Novática de lujo, en tres idiomas y tecnicolor, del que Novática y otras publicaciones nacionales afortunadamente extraían no poco material.

Así fué llegando este 1994, en un periodo de incertidumbre técnica y de crisis profesional, con el contenido de la sociedad de la información y sus 'infopistas' infraestructurales. Las 'sendas' de 1974, donde traqueteaba la 'diligencia' informática, ampliadas a 'carreteras' en 1984 para sostener el 'utilitario' de los usuarios del micro, se ensancharán para circulación segura de los vertiginosos ‘trailers‘ que nutren a cientos de millones de consumidores ávidos de bits multimediáticos. La antorcha que sostenían en 1974 unos algo retraidos y distraidos ‘ratones‘ de biblioteca, laboratorio y sala de máquinas, ha ido pasando hacia 1984 por las gargantas de tecno-sociólogos tonantes pero poco efectivos (y más a favor que en contra de la modernidad); para que las autoridades políticas enciendan en 1994 el fuego olímpico de la información. Novática, que ha ido ‘registrando‘ esta carrera hasta la misma entrada en el estadio con el número 110 anterior sobre Infopistas, no puede por menos que ‘reportar‘ en este número algunos documentos y decisiones esenciales que nos van a afectar desde la cumbre europea de Corfú en junio, y especialmente su resolución sobre la sociedad global de la información, cuya construcción asume.

Empiezan pues los entrenamientos socio-informacionales en todas las canchas y especialidades: los profesionales españoles y especialmente los 4.500 socios de ATI, somos un equipo, mejor o peor entrenado, pero que tiene que participar si no quiere perder de antemano. ATI y Novática tienen ante sí nuevos desafíos y por tanto entran en una 'crisis' (decisión, en griego) que ojalá derive a crecimiento. Nadie sabe a ciencia cierta qué entorno tendremos dentro de otros 20 años (el 2014), pero su ‘cultura de la informción‘ seguro que diferirá mucho más de la actual 'sociedad de la información', que ésta respecto a las 'sociedad con informáticos' de 1974. Los grandes desafíos informáticos de mañana pueden estar, por ejemplo, en la clarificación de campos y ciencias aún hoy oscuras, más que sombrías, como la psicología, economía y sus puentes sociológicos. Puede también que la vulnerabilidad creciente de la sociedad de la información exija movimientos compensa-dores: ecosistémico en un entorno no sostenedor de crecimien-tos salvajes; endosinérgico, con información crecientemente 'protésica' con la persona, o sea multiplicadora de sus capacidades intelectuales y materiales; 'biomático', cada vez más basado en el carbono biológico que en el silicio pétreo o en el fotón óptico; y más cooperativamente solidario.

El contenido de este Novática aniversario no quiere ser motivo de gasto ni recordatorio de veteranía: sólo desearía cargarse simbólicamente de futuro. Como aquel número '0' que conme-mora, tampoco este Novática tiene monografía (la 'sociedad de los informáticos' no es monográfica, ni iterativamente). La 'poligrafía' de este Novática comprende simplemente artículos, no pedidos y siempre bien recibidos, de sus colaboradores espontáneos. Es por tanto un número más de la revista, una muestra de la actual vitalidad de su producción.

No hay que engañarse: una revista son sus colaboradores: por eso este número ordinario rinde homenaje al millar largo de profesionales de todo tipo y nivel que han colaborado con Novática en estos veinte años. Pero tan modesto homenaje, testimonial sólo en apariencia, quiere ser sobre todo un doble mensaje de futuro y de pasado: la nueva Novática que habrá de salir en 1995 y se ha ido perfilando en editoriales anteriores, entraña no pocas responsabilidades ante la profesión, para quienes queremos verla con material tan exigente como eficaz; pero tampoco hay que olvidar que la salida de una revista bimestral es un esfuerzo de tenacidad que incumbe a todos: este 'bidecenario' se celebra con el número 111, no el 120: esto significa que, aún sumando algunos extraordinarios (y restan-do para compensar algunos otros 'dobles'), se han perdido 9 números en el camino, aquel año y medio de una época tam-bién oscura para ATI, hacia 1986, que no debería repetirse.

Como saben los socios-lectores, se han convocado elecciones anticipadas a la Junta Directiva General, creo recordar que por segunda vez en la historia de ATI (pero ATI ahora sigue funcionando con sus territoriales). La nueva Junta, según el artículo 3.1.8 de los Estatutos vigentes,"tendrá las siguientes competencias exclusivas: .. n) el nombramiento del director del órgano oficial de expresión de ATI y de los responsables de sus diferentes publicaciones". El cargo, que siempre tuve a disposición de la Junta, lo está aún más por esta circunstancia: pero pensando, erróneamente o no, cumplido el encargo de mi segunda dirección desde 1988, mi disponibilidad no significa renuncia a seguir, aunque en condiciones algo menos difíciles que las que ha venido soportando esta dirección (y a veces los lectores, con otro año de presupuesto agotado en octubre, con lo que la Junta anterior pospone hasta enero el último número de 1994). Este editorial (etimológicamente, producto del editor), hecho algo de hitos y ritos, de himnos y ritmos, termina por si acaso cumplimentando al sufrido lector de 45 (de los 111) No-váticas hechos bajo mi responsabilidad: "ligero de equipaje", como decía Machado, nuestro Epicuro-Montaigne casero.