Parte I - Orígenes y evolución
Por Óscar Curros y Nuno Leite
curros@ya.com
n.leite@netcabo.pt
Introducción
La comunicación persuasiva es inherente a la propia evolución
del ser humano. Desde siempre estuvo presente en las sociedades, en diversas
formas, con la intención de transmitir ideologías u opiniones
con objetivos claros y determinados. La aparición de religiones y sociedades
organizadas favoreció la proliferación de las primeras formas
de propaganda.
El objeto de estudio de esta investigación pretende centrarse en la propaganda
de guerra, un tipo de comunicación persuasiva altamente especializada,
que penetra en todo tipo de medios. Los propagandistas bélicos siempre
usaron los últimos avances tecnológicos en comunicación
para optimizar su capacidad persuasiva. Así, el principal vehículo
propagandístico durante la Primera Guerra Mundial fue la prensa escrita;
durante la Segunda Guerra Mundial, la radio y el cine; tras 1945, la televisión;
y en la actualidad los medios digitales.
1. Viejas lecciones para pensar el presente
Existen diversas corrientes de pensamiento e investigación sobre la propaganda.
Para abordar este concepto, es preciso tener en cuenta su significado. Propaganda
es “el acto o efecto de propagar o difundir una idea, opinión o
doctrina”. En latín antiguo, propaganda significaba “cosas
para propagar”.
En sus orígenes, la propaganda fue desarrollada por la Iglesia Católica.
La palabra propaganda surgió en la época de la Restauración.
La Iglesia Católica atravesaba una fase de lucha para mantener y expandir
sus ideales en países no católicos. El papa Gregorio XIII formó
una comisión de cardenales con el objetivo de propagar el Catolicismo
y regular los asuntos eclesiásticos en tierras que no abrazaban el cristianismo.
Más tarde, en 1622, el Papa Gregorio XV fundó la Santa Congregatio
de Propaganda Fide, una organización más estructurada, que consistía
en un comité de cardenales que supervisaba la propagación del
Cristianismo por parte de los misioneros enviados a países no cristianos.
Pero fue solamente en la Primera Guerra Mundial (1914-18) cuando la propaganda
comenzó a expandirse hacia el mundo político y filosófico,
con una organización más específica. A pesar de que su
connotación actual es casi siempre peyorativa, en aquella época
era considerada incluso un concepto progresista. Los métodos usados entonces
para su transmisión fueron diversos, pasando por la palabra escrita y
oral, imagen o acción, entre otros.
La propaganda se puede clasificar dependiendo de quién es el emisor.
La propaganda blanca es originaria de una fuente abierta e identificada, y su
contenido es preciso. La propaganda negra pretende demostrar que su origen es
amigable, pero en realidad es adversaria. Existe, además, la propaganda
gris, que se presenta como neutral, pero viene de un adversario y transmite
información falsa.
Existen diversas definiciones que de algún modo intentan clarificar el
significado de este tipo de acción persuasiva. Lasswell ve la propaganda
como la “técnica para influenciar la acción humana, a través
de la manipulación de representaciones”. A su vez, Reyzábal
cree que el concepto de propaganda está “íntimamente ligado
con la acción de divulgar doctrinas e ideologías para conseguir
adeptos a las mismas”.
Respecto a los efectos de la propaganda, para Welch ésta tuvo
un papel esencial, y no siempre deshonroso, en la conducción de muchos
asuntos y materias en el siglo veinte. Por su parte, Pratkanis y Aronson (1992)
creen que “todos los días somos bombardeados con una comunicación
persuasiva seguida de otra”. Según estos autores, vivimos en una
“era de la propaganda”, en la cual la continua recepción
de mensajes propagandísticos provoca pasividad en los hombres, facilitando
de esta forma la manipulación de símbolos y de las emociones humanas
más básicas .
1.1. La propaganda de guerra
La propaganda de guerra contemporánea se desarrolló a partir de
la Primera Guerra Mundial. Con ella, comenzaron a realizarse las primeras investigaciones
sobre técnicas propagandísticas.
Pero, en realidad, las técnicas de propaganda bélica nacieron
con los propios conflictos armados. A lo largo de toda la historia bélica
siempre fueron usados métodos de engrandecimiento de las fuerzas y de
diseminación de información no verdadera. Estos métodos
tenían como objetivos principales mantener la confianza de las tropas
propias e intimidar a las fuerzas opositoras.
La propaganda de guerra tiene un aspecto particular, por el que es denominada
usualmente “Psychological Warfare” o “Guerra psicológica”,
un concepto nacido en Estados Unidos. Así, la propaganda de guerra es
definida por Daugherty como “el uso planificado de propaganda y otras
acciones orientadas a generar opiniones, emociones, actitudes y comportamientos
en grupos extranjeros, enemigos, neutrales y amigos, de tal modo que apoyen
el cumplimiento de fines y objetivos nacionales” .
La propaganda de guerra generalmente está apoyada en información
falsa y disimuladora, ya que uno de los propósitos de este tipo de comunicación
persuasiva es evitar que los ciudadanos conozcan la verdad. Pero en ocasiones,
los propagandistas no necesitan recurrir a la mentira, sino que utilizan un
lenguaje cuidado, rico en eufemismos. Se recurre a esta técnica porque
los líderes de una organización son conscientes de que una comunicación
dominada por tan sólo una parte facilita el descrédito del adversario.
La propaganda de guerra lleva a la población de un país a sentir
que el enemigo sólo comete injusticias y esto puede conseguirse con pura
ficción. La propaganda tiene una gran responsabilidad en los conflictos,
pues no es sólo la supremacía militar la que gana una guerra.
Cuando la propaganda es transmitida eficazmente, puede volverse más peligrosa
que el propio armamento bélico. Ramonet vincula estas dos estrategias: “el
dominio de corazones y mentes es la continuación de la propia guerra”.
2. Primera Guerra Mundial: el descubrimiento del poder propagandístico
En la Primera Guerra Mundial se descubrió que la moral era un factor
militar muy importante, y así se entendió que la opinión
pública no podía ser ignorada durante más tiempo, ya que
era un factor determinante para la formación de la política gubernamental.
Tanto los británicos como los alemanes trabajaron arduamente para conseguir
dominar la opinión pública de los americanos. Inicialmente, fue
desarrollado por los propagandistas alemanes un plan que consistía en
sensibilizar a los americanos de descendencia alemana y también a los
irlandeses, pues conocían bien su aversión a los británicos.
Esta maniobra no tuvo éxito. Por el contrario, la propaganda británica
demostró ser más funcional. Esta comenzó con la creación
del Ministerio de Información, en 1917, bajo la responsabilidad de Lord
Beaverbrook. La censura reinó y todas las campañas propagandísticas
eran rigurosamente controladas para que apenas fuese divulgada la “información
oficial”.
Poco después de su entrada en la Primera Guerra Mundial, los estadounidenses
crearon igualmente su agencia de propaganda, el Comité para la Opinión
Pública, que se reveló de máxima eficacia, sobre todo en
lo relacionado con lo que ellos denominaban “los ideales de libertad”.
Los británicos aprovecharon la propaganda como una forma de diseminación
de información a su favor, pero al final de la guerra los ciudadanos
se quedaron con una imagen muy negativa de la propaganda. Concluirían
que los sacrificios hechos no fueron recompensados con las promesas magnánimas
del Ministerio de la Información, y como resultado el cargo de ministro
de Información fue suprimido.
Como consecuencia del descrédito de la propaganda, cuando en la Segunda
Guerra Mundial el gobierno británico intentó sensibilizar a la
población sobre la existencia de campos de concentración nazis,
esta información no fue tenida en cuenta, porque el público sospechó
que era una campaña propagandística más.
Los alemanes, en la Primera Guerra Mundial, fueron derrotados más en
el terreno sicológico que propiamente en el campo de batalla. Hitler
reconoció la funcionalidad de la propaganda británica, escribiendo
en Mein Kampf: “En el año 1915, el enemigo comenzó su propaganda
entre nuestros soldados. A partir de 1916 continuó más intensivamente,
y en el inicio de 1918 se transformó en una nube negra. Uno puede ver
ahora los efectos de la seducción gradual. Nuestros soldados aprendieron
a pensar como el enemigo pretendía. Alemania falló en reconocer
la propaganda como un arma de primera utilidad, donde los ingleses la utilizaron
con gran pericia y genial deliberación” . Al final, la primera
experiencia de los británicos con la propaganda fue entendida como un
gran éxito y dio ejemplo para que otros países empezasen a usar
las técnicas contemporáneas de comunicación persuasiva..
2.1. Los primeros estudios e investigaciones.
Durante el período de Entreguerras, se desarrollaron profundos estudios
sobre la cuestión propagandística. Muchos de los grandes expertos
y autores reflexionaron sobre ella, en lo que más tarde vendría
a transformarse en la teoría de la propaganda. Comenzaron igualmente
estudios relacionados con la opinión pública y la influencia de
los medios de comunicación masivos en la sociedad.
Lazarsfeld (1940) desarrolló un memorando, Research in Comunication,
que cambió, de cierta forma, el modo en que se comprendía la evolución
comunicativa hasta el presente momento. La cuestión central del estudio
de Lazarsfeld puede enunciarse como una pregunta: “¿quien dice
qué a quien y con qué efecto?”. A partir de esta investigación,
se llegó a la conclusión de que los efectos de la comunicación
en la sociedad eran mucho más profundos y poderosos de lo que se había
pensado hasta el momento.
Fueron tres los principales modelos en que se fundamentaron casi todos los movimientos
propagandísticos: el occidental o anglosajón, el más elaborado
pero con resultados menos funcionales; el soviético, que ganó
su perfil con el desarrollo de la propaganda leninista; y el de las dictaduras
fascistas.
Cuando se llega a la Segunda Guerra Mundial, los estudios elaborados en las
últimas décadas y los nuevos medios, como la radio y cine, permitieron
que se pusiese en marcha de ambos bandos una máquina de propaganda nunca
vista hasta el presente. Uno de los mejores ejemplos fue la desarrollada por
la Alemania nazi.
2.2. Segunda Guerra Mundial: el apogeo de la propaganda de guerra
En la Segunda Guerra Mundial se asistió a un uso continuado de la propaganda
como un arma poderosa. Tras el fracaso alemán en entender la propaganda
como un aliado esencial, Hitler se preocupó por crear un cargo en su
gobierno exclusivamente dedicado a la propaganda del partido. Paul Joseph Goebbels,
figura intelectual, doctorado en Filosofía en Heidelberg en 1921, fue
el escogido. En 1929, sería el jefe de la propaganda del partido y desde
1933 a 1945, Ministro de Propaganda del régimen nazi.
Una de las medidas iniciadas de inmediato por el ministro fue el absoluto control
de todos los periodistas, escritores, artistas y medios de comunicación,
para que se registrasen como subordinados y apenas publicasen información
debidamente autorizada.
Comparada con los regímenes soviético y fascista, la propaganda
nazi no formaba parte de un todo, sino que era en si misma el todo. El füher
se reunía casi diariamente con Goebbels para enterarse de las novedades
y transmitir su opinión personal. El esquema de proliferación
de información falsa en el régimen nazi pasó a la Historia
como “la gran mentira”.
La propaganda hitleriana se centraba en un tipo de mensaje emocional que se
dirigía, sobre todo, a un público poco educado políticamente,
susceptible de interiorizar la emoción y no la racionalidad. A su salida
de la cárcel, Hitler aprovechó la prohibición de hablar
en público en Alemania para llevar a cabo su primera gran campaña
de propaganda, basada en la idea de que entre los 2000.000.000 de habitantes
de la Tierra, sólo él no podía hablar en Alemania. Los
discursos de Hitler eran preparados con detalle. El füher estudiaba sus
textos minuciosamente, pues leía mal en voz alta. Empezaba con palabras
relajadas, comunicando de una forma monótona, hasta un punto en que su
voz subía de tono acompañada por fuertes gestos de su brazo derecho.
Destacan también los aspectos más importantes de la escenografía
nazi: los grandes desfiles al aire libre, largos mítines políticos
en locales cubiertos, las canciones, los saludos (“Sieg Heil”),
las antorchas, la profusión de banderas y estandartes o el desfile de
las fuerzas paramilitares, entre otros.
Antes de cualquier movimiento militar, la máquina propagandística
alemana era puesta en marcha. Como ejemplo, antes de que Checoslovaquia fuese
invadida se transmitió a través de la radio el mensaje de que
las minorías alemanas estaban siendo perseguidas en aquel país.
Los hechos se fabricaban para que los actos de invasión pudiesen ser
justificados. Con Francia se hizo algo semejante: los agentes alemanes distribuirían
propaganda que anunciaba los primeros indicios de la derrota francesa. Esto
tipo de acciones crearon divisiones políticas, insatisfacción,
miedo de la superioridad bélica alemana, hasta mayo de 1940, fecha en
la que la resistencia francesa entró en colapso y las tropas de Adolph
Hitler marcharon en París.
Una vez más, tanto los propagandistas alemanes como los británicos
intentaron llegar a la opinión pública americana. Alemania se
hizo pasar por defensora de los asuntos mundiales, justificando que la guerra
era también una lucha contra el “terror rojo”: el comunismo.
Aún realizaron algunos movimientos que intentaron el aislamiento de los
estadounidenses en la guerra. Todo el esfuerzo se reveló inútil,
sobre todo después del ataque japonés en Pearl Harbor. Los Estados
Unidos entraron en la guerra e hicieron de los ingleses sus aliados. Los americanos
crearon entonces dos agencias oficiales de propaganda: la OWI (Office of War
Information) y la OSS (Office of Strategic Service). La OWI se encargaba de
distribuir información en territorio americano y extranjero. La OSS,
por su parte, estaba encargada de conducir la “guerra psicológica”
contra el enemigo.
3. La propaganda en la Guerra Fría
Debido a un conflicto de intereses que venía ya de la Segunda Guerra
Mundial, durante el período de la Guerra Fría los Estados Unidos
y la Unión Soviética continuaron haciendo un uso masivo de la
propaganda como un instrumento de política nacional. Ambas partes, el
bloque comunista y el bloque capitalista, hicieron todo lo posible para conseguir
difundir sus campañas a través de los medios de comunicación
de masas, sin para tal recurrir al conflicto armado. Casi todos los aspectos
de la vida cotidiana fueron usados con propósitos propagandísticos.
Todos los medios de comunicación, destacadamente la radio, la televisión,
el cine y la literatura, fueron usados para influenciar sobre sus propios ciudadanos,
sobre los del bloque opuesto y también sobre las naciones del Tercer
Mundo.
Inicialmente los comunistas destacaron en su labor propagandística, debido
al mayor control que tenían en sus medios de comunicación. Esto
les permitía el distanciamiento de las ideologías occidentales.
El nivel de centralización del poder también funcionaba como una
herramienta para propagar mejor la comunicación persuasiva. Los regímenes
comunistas se ayudaban mutuamente para hacer funcionar sus planes políticos
y sus ambiciones. Por otro lado, los gobiernos occidentales nada podían
hacer para prevenir la entrada de propaganda comunista. Esta aparente supremacía
se empezó a degradar a comienzos de los años 80, con el desarrollo
de la tecnología en la comunicación. Fue este descontrol el que
causó la desintegración de muchos de los bloques comunistas de
la Europa del Leste al final de la década.
La Agencia de Información Estadounidense (USIA) operaba la Voice of America
como la radio oficial del gobierno. Las radios Free Europe y Liberty, en parte
financiadas por la Central Intelligence Agency (CIA), tenían a su cargo
la difusión de propaganda gris, en formato noticioso y de entretenimiento,
para la Europa del Este y para la Unión Soviética respectivamente.
La Unión Soviética tenía del mismo modo la radio oficial
del gobierno, la Radio Moscovo, que difundía propaganda blanca, y también
las radios Peace y Freedom emitían la propaganda gris. A pesar de que
estos dos tipos de propaganda eran los dominantes, en periodos de mayor tensión
ambas partes hacían uso de propaganda negra.
Uno de los autores más visionarios de la Guerra Fría fue George
Orwell, quien en sus obras Animal Farm y 1984 ejemplifica de manera magistral
el uso de la propaganda. Aunque no fueron publicados en la Unión Soviética,
sus personajes vivían en regímenes autocráticos en los
que su lenguaje era cambiado para servir propósitos políticos.
Las dos obras fueron usadas para fines propagandísticos explícitos.
Sirva como ejemplo el hecho de que la CIA comisionase secretamente una versión
animada de Animal Farm en los años 50.
Durante la Guerra Fría, el mundo vivió en permanente amenaza de
sufrir una Tercera Guerra Mundial, en la cual difícilmente existiría
un vencedor. La propaganda fue una de las responsables de agudizar el conflicto,
aunque probablemente también tuvo un gran peso en lo referente a “congelar”
el armamento bélico y priorizar la “guerra de palabras”.
4. La propaganda de guerra en la actualidad
La primera Guerra del Golfo demostró bien la falsedad de la comunicación
propagandística americana. El primer caso fueron las fotos de satélite
que el Pentágono afirmaba poseer, en las cuales se podría confirmar
la presencia de 250.000 unidades militares preparadas para invadir Arabia Saudita.
Pronto las fotos comerciales captadas por un satélite demostraron que
las afirmaciones americanas no tenían fundamento.
La mentira más flagrante fue la de los bebés muertos a manos de
soldados irakíes. Nijirah-al Sabah, la hija del embajador kuwaití,
se hizo pasar por una testigo de un supuesto secuestro y asesinato de bebés
que estaban en una maternidad, dentro de incubadoras. Según la descripción,
los soldados irakíes los lanzaban Al suelo para que muriesen de frío.
Bush se refirió a este caso más de siete veces en sus discursos,
durante la campaña de pre-guerra. Sin embargo, después se demostró
su falsedad. Dos enfermeras filipinas que trabajaban en la maternidad en cuestión
desmintieron los hechos, y declararon inclusive nunca habían visto a
Nijirah-al Sabah.
En el inicio de la guerra, los espectadores mundiales se quedaron con la idea
de que era un conflicto sin mentira, toda vez que el conflicto se transmitió
en directo. Pero no podían estar más equivocados. Las imágenes
fueron controladas integralmente, y se asistió casi una película
de guerra realizada en directo. En el final, se constató que más
de 90% de las imágenes mostraban el poderío bélico americano,
y que jamás se pudo ver un soldado estadounidense herido o muerto.
En Kosovo, las partes enfrentadas percibieron que la manipulación de
las noticias a su favor era algo fundamental. Se asistió a una maniobra
inteligente por parte de Slobodan Milosevic: permitió a las cadenas internacionales
CNN y BBC continuar emitindo desde Belgrado. Así, consiguió
usar los medios de comunicación extranjeros para transmitir imágenes
de supuestos civiles muertos en los ataques de la OTAN. Esta maniobra fragmentó
la opinión occidental y llevó el OTAN a reconocer algunos de sus
errores en los bombardeos aéreos. Esto es sólo un ejemplo más
actual de la importancia y eficacia de la propaganda en tiempos de guerra.
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Propaganda de guerra
Parte II - Globalización y poder en el siglo XXI
Por Óscar Curros y Nuno Leite
curros@ya.com
n.leite@netcabo.pt
Introducción
El potencial de la propaganda de guerra ha crecido de manera desmesurada a lo
largo del siglo XX, y entra en el siglo XXI con fuerza avasalladora. En la Sociedad
de la Información, la industria de la persuasión gesta procesos
propagandísticos globales a las órdenes del poder dominante.
Para comprender la propaganda contemporánea, es preciso analizar la industria
de la comunicación, y cómo ésta se reconfiguró a
finales del siglo XX debido a la Revolución Digital.
1. Crisis de civilización y Revolución Digital
La industria de la comunicación es hoy en día un complejo entramado
estrechamente ligado al poder hegemónico, el económico-financiero.
Según Ramonet (1989), vivimos una crisis de civilización, una
doble revolución de orden tecnológico y económico, en la
cual los paradigmas del progreso y el reloj han sido sustituidos por la comunicación
y el mercado, respectivamente. En este contexto, los media, antes conocidos
como cuarto poder, han cambiado su función. Han pasado a ser el segundo
poder, “en términos de influencia global y general sobre las sociedades”.
La nueva economía es informacional y global. Castells (1997) señala
que estos dos rasgos están ligados entre sí, y son fruto de un
punto de discontinuidad histórica surgido en las dos últimas décadas
del siglo XX. “El nuevo paradigma tecnológico, organizado en torno
a nuevas tecnologías de la información más potentes y flexibles,
hace posible que la misma información se convierta en el producto del
proceso de producción. Para ser más precisos, los productos de
las nuevas industrias de la tecnología de la información son aparatos
para procesar la información o el mismo procesamiento de la información”.
La Sociedad de la Información tiene, para Ramonet (1989), tres características
fundamentales:
1. Sobreabundancia, frente a la escasez de siglos pasados.
2. Extremada rapidez, en contraste con el ritmo lento de otros tiempos.
3. Su valor es esencialmente comercial. “La información es, antes
que nada, una mercancía. En tanto que mercancía está esencialmente
sometida a las leyes del mercado, de la oferta y la demanda, y no a otras reglas
como podrían ser las derivadas de criterios cívicos o éticos”.
Estos fenómenos implican transformaciones importantes:
1. En el concepto de información. “Hoy informar es esencialmente
hacer asistir a un acontecimiento”.
2. El principio de la actualidad ha sido modificado por la televisión,
“el medio dominante”, que “impone como “actualidad”
un tipo de acontecimientos que son específicos de su campo, unos acontecimientos
especialmente ricos en capital visual y en imágenes”.
3. El concepto de verdad se rige por el principio “si todos los -media
dicen que algo es verdad, es verdad”.
La revolución digital ha difuminado las barreras entre los media, que
convergen hacia el sistema binario, el multimedia. Además, se crean redes
en las que pueden interconectarse “todas las máquinas cerebralizadas”
Ramonet destaca, como un fenómeno de enorme importancia, la existencia
de “un sistema de producción superabundante de informaciones”.
Un sistema que tiene fallos estructurales: “hoy estamos convencidos de
que una información de tipo cuantitativo no resuelve los problemas que
nos planteamos. La información debe tener un aspecto de orden cualitativo,
sin que sepamos muy bien lo que esto quiere decir. Pero sabemos que pasa por
dos cuestiones: la credibilidad y la fiabilidad”. Todo ello implica que
en la actualidad la principal forma de censura sea ya no la ausencia de información
o la prohibición de su difusión, sino la sobreinformación
Wolton (1999) advierte que “la información sigue siendo hoy tan
frágil como ayer, pero por razones diferentes”, y asegura que “el
hecho estructural más importante para comprender la crisis de la información
es, pues el peso excesivo del acontecimiento en relación con la comprensión
de la realidad”. El autor indica los factores fundamentales que causan
la “presión demasiado fuerte de los hechos”:
1. La tiranía del instante. “Se sabe todo, de todos los rincones
del mundo, sin tiempo para comprender”.
2. El papel de las guerras, que “provocan un tratamiento excepcional de
la información”. El autor se pregunta: “¿hasta dónde
es compatible el derecho a la información con las obligaciones de la
guerra, o sea, de la censura y de la política? ¿A partir de cuándo
la mentira, el silencio o la autocensura se convierten en parte adherida a la
información?”.
3. Las situaciones de crisis sociales o políticas. Éstas son “reveladoras
de otra contradicción de la información triunfante. La cobertura
rapidísima de las crisis no es en absoluto un factor para su solución”
.
2. La industria de la comunicación
Medios de comunicación, publicidad y relaciones públicas son los
grandes sectores de la industria global de la comunicación. Según
Pozas (2004), “el 11-S despertó más esta Industria en Estados
Unidos. Se están usando más recursos y más profesionales
y se están creando más medios propios del Gobierno americano en
zonas como Oriente”.
Los medios de comunicación tienen tendencia a concentrarse e integrarse
en grandes corporaciones a nivel mundial, como Time AOL Warner, Disney o Bertelsmann,
dedicadas a actividades diversas como el ocio, la información o el cine.
Wolton (1999), denomina “pirámide invertida” al sistema contemporáneo
de producción de la información, ya que “menos de veinte
mil periodistas, si se suman las tres grandes agencias occidentales (Associated
Press, Reuter, France Press), crean la aplastante mayoría de las informaciones
que utilizan los media del mundo entero”.
Respecto a la publicidad, Pozas (2004) considera tal su importancia que “sin
ella no se concibe el capitalismo”. El gasto mundial en publicidad (sólo
por parte de empresas) ascendió en el año 2002 a 450.000.000.000
dólares, de los cuales 235.000.000.000 se gastaron en EEUU, y los restantes
en otras partes del mundo. Pozas cree que esta concentración “anula
desde el punto de vista de las comunicaciones masivas a los medios críticos”,
debido al “peso de la publicidad en la programación y en los contenidos”
y a que ésta “huye de todos los temas o debates que contribuyan
al pensamiento crítico”.
Las relaciones públicas nacieron como “propaganda corporativa”.
Bernays las concebía como “la manipulación consciente e
inteligente”. Pozas (2004) las define como “actividades de influencia
en la comunicación que intentan crear un clima favorable a la entidad
que las promueve”. Las relaciones públicas funcionan como una DIRCOM
de una entidad con sus públicos. Los principales clientes de estos servicios
de comunicación planificada son los gobiernos y las transnacionales.
Las relaciones públicas juegan un rol fundamental en situaciones de crisis,
y los momentos de crisis más álgidos son las guerras.
Una agencia de relaciones públicas transnacional como Hill & Hill
& Knowlton tiene un capital de 325.000.000 de dólares, 1250 empleados
y desarrolla sus actividades en 24 países. Entre sus principales clientes
podemos citar el gobierno de EEUU, o compañías como Philip Morris,
Microsoft o Enron.
3. La opinión pública
Los modos de entender la opinión pública son diversos. Pozas (2004)
indica dos posturas fundamentales: “la opinión pública puede
concebirse: como objeto, y entonces es blanco de la comunicación planificada;
o como sujeto, vertiente que interesa como respuesta a la otra”. Así,
la opinión pública “estalla cuando se enfrenta a situaciones
excepcionales” .
Un ejemplo de movilización cívica a escala global fueron las protestas
de febrero de 2003 contra la invasión de Irak. En referencia a éstas,
Chomsky (2004) destaca el alto nivel de concienciación de la opinión
pública contemporánea, y destaca su potencial: “a raíz
de las multitudinarias protestas a escala mundial, la prensa informó
que “quizá sigan existiendo dos superpotencias en el planeta: Estados
Unidos y la opinión pública mundial” (por Estados Unidos
cabe entender aquí el poder estatal de la nación y no la opinión
pública, o, ni siquiera, la opinión de la élite)”.
Para este autor, “ya no estamos en los años sesenta, cuando la
población toleró durante años y aparentemente sin chistar
una guerra destructiva y criminal”. Desde su punto de vista, la diferente
capacidad de reacción por parte de la sociedad se debe a “los movimientos
civilizatorios de los últimos cuarenta años”.
Por su parte, una muestra de la visión de la opinión pública
como objeto es el uso de la propaganda, un modelo de comunicación unidireccional
emisor-receptor que funciona como un mecanismo de dominación. Chomsky
(2004) asegura que las formas de control de este tipo son una constante en todos
los sistemas políticos. “El reconocimiento de que el control de
opinión es la base de todo gobierno, del más despótico
al más libre, se remonta por lo menos a David Hume, pero hay que hacer
una salvedad. El fenómeno cobra mayor importancia en las sociedades más
libres, donde la obediencia no puede ser garantizada por el azote”.
La transición entre estas dos concepciones de la opinión pública
guarda una relación directa con el derecho a la información. Así
lo explica Pozas (2004): “en el momento en que la posibilidad de contrastar
información desaparezca, la opinión pública pasará
de sujeto a objeto”.
4. Guerras del siglo XXI
En 2001, en la invasión de Afganistán, las tácticas psicológicas
operacionales (PsyOps) se usaron para desmoralizar a los talibanes y crear simpatizantes
entre el pueblo afgano. Se usaron los modernos aviones EC-130E para manipular
las transmisiones radiofónicas y emitir mensajes propagandísticos.
Los panfletos fueron usados una vez más, ofreciendo recompensas por la
captura de Osama Bin Laden.
Hoy los países contratan a grandes empresas de relaciones públicas,
como Rendon o Hill&Knowlton, para investigar las tendencias en las
corrientes de opinión pública y controlar la circulación
de información interna y externa. Se trata de una manipulación
consciente e inteligente de los hábitos.
En la actualidad, en el conflicto en Irak, Estados Unidos, ha gastado más
de 520.000.000 de dólares para el esfuerzo conjunto de la comunicación
gubernamental. De ellos, 200.000.000 fueron aplicados en la campaña contra
Irak. Estas cifras demuestran un aumento en los recursos destinados a la
propaganda, y en particular a la de carácter bélico. En la actualidad,
se realizan importantes investigaciones para optimizar la eficacia de la comunicación
planificada, y se usa tecnología punta.
Sin embargo, la mayor máquina propagandística del mundo, la estadounidense,
no ha conseguido alcanzar todos sus objetivos, como demuestra la oposición
de Francia y Alemania a la invasión y posterior ocupación de Irak.
Y, a pesar del uso habitual de eufemismos, quedan en la memoria frases inmortales
tan explícitas como la empleada por el secretario de Defensa Norteamericano,
Collin Powell: “somos la mayor potencia del mundo y lo demostramos”.
Conclusiones:
La propaganda de guerra se rige por “principios elementales”, como
señala Morelli, citando los “diez mandamientos” enunciados
por Ponsoby en 1928. Estos mecanismos mantienen su vigencia en la actualidad.
Así, por ejemplo, la táctica de demonizar al enemigo fue usada
durante el siglo XX, y todavía es efectiva.
Chomsky (2004), afirma que “actualmente el único modo de atacar
a un enemigo mucho más débil pasa por elaborar una ofensiva propagandística
que lo retrate como una amenaza inminente o quizá como un genocida, confiando
también en que la campaña militar tenga el menor parecido posible
con la guerra” .
Para Brieguer (2004), “La búsqueda de la legitimidad de los bombardeos
sobre Afganistán contó con un elemento propagandístico
fundamental: la demonización del enemigo. Tal y como sucedió durante
la Guerra del Golfo, la magnificación y mitificación del poderío
de Saddam Hussein, de los talibanes y del “ejército de los 20.000
hombres de Bin Laden” sirvió (sic) para obtener legitimidad y consenso
para lanzar la ofensiva militar”. Además, según este autor,
“el Islam, señalado como el “nuevo enemigo de Occidente”
después de la Unión Soviética, es mediática, política
e intelectualmente señalado como “retrasado, fanático y
bárbaro””.
La “Guerra contra el Terror” de la Administración Bush ha
continuado con la invasión y posterior ocupación de Irak, sin
que por el momento hayan sido encontradas las ADM (armas de destrucción
masiva) presuntamente en poder de Saddam Hussein. Algunos autores hablan de
“Weapons of Mass Deception” (armas de engaño masivo) usadas
por EEUU para controlar la opinión pública.
En la actualidad, en un mundo globalizado, la revolución digital proporciona
soportes tecnológicos de gran eficacia para la propaganda de guerra.
Estas plataformas de última generación se combinan con técnicas
antiguas, como la distribución de panfletos, dotando a las campañas
propagandísticas de una enorme versatilidad. Este factor, unido a la
experiencia ganada desde la Primera Guerra Mundial, potencia este tipo de comunicación
persuasiva, de modo que cabe preguntarse hasta dónde pueden llegar sus
peligrosos efectos.
Resulta pertinente recordar una vieja lección impartida por Goebbels:
“con una repetición suficiente y la comprensión sicológica
de las personas implicadas, no sería imposible probar que de hecho un
cuadrado es un círculo. Después de todo, ¿qué son
un cuadrado y un círculo? Son meras palabras, y las palabras pueden moldearse
hasta disfrazar las ideas” .
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Óscar Curros Moure (Santiago de Compostela, 1981).
Licenciado en Periodismo con Especialidad en Medios Audiovisuales por la USC
(Universidade de Santiago de Compostela), en 2003. Ha desarrollado especializaciones
profesionales en las áreas de cultura y sociedad.
De julio a septiembre de 2002 y en julio de 2003 realizó prácticas
profesionales en Radio Galicia (Cadena SER). Desde esta emisora realizó,
en colaboración con el periodista Aser Álvarez, Historias de María
Galena, elegido Mejor programa informativo en el Open Radio 2002, encuentro
de creadores radiofónicos organizado por el Centro de Cultura Contemporánea
de Barcelona.
Entre enero y julio de 2003 fue becario de prácticas en Antena 3 Televisión
(Redacción Galicia), en régimen de convenio con la Facultade de
Ciencias da Comunicación de la USC. De enero a diciembre de 2003 fue
redactor de la revista digital especializada en documental www.tercer-ojo.com.
Desde 2003 participa como fotoperiodista en la exposición itinerante
Marea negra y en el libro Prestige: ¿A catástrofe que despertou
a Galiza?, y como escritor en el libro-disco Sempremar-Cultura contra a Burla
Negra. Del mismo año data su primera colaboración como corresponsal
internacional, como redactor y fotógrafo, para la revista Os Caminhos
da Terra (Brasil).
En la actualidad, colabora como redactor y fotógrafo free-lance con diversos
medios de comunicación, entre ellos Revista das Religiões (Brasil),
AGN (Axencia Galega de Noticias), Radio Galicia (Cadena SER), Tempos Novos-Revista
de información para o debate (Galiza), Iguazú-Revista Artesanal
de cultura (Euzkadi), o Ariel-Boletín de Cinema en Galego (Galiza).
Desde junio de 2004 realiza prácticas profesionales en la ONGD gallega
Amarante, en régimen de convenio con el Master en Cooperación
Internacional e Voluntariado de la Facultade de Ciencias Políticas de
la USC.
Nuno Fernando Rodrigues de Almeida Leite(Vila Nova de Gaia, Portugal, 1977).
Licenciado en Comunicación Social por la Escola Superior de Jornalismo
de Porto (Portugal), en 2002. Realizó cursos de especialización
profesional en Marketing y Comunicación y en Inglés para Relaciones
Públicas. Ha participado en coloquios y congresos de periodismo y otras
áreas de conocimiento.
Comenzó su carrera en 1999, en el periódico Diário de Noticias
(Porto), donde realizó tres meses de prácticas profesionales.
Durante el mismo año, también trabajó en el departamento
de Márketing y Comunicación de la organización del Rally
de Portugal. Entre septiembre de 2000 y abril de 2001, trabajó en el
diario O Primeiro de Janeiro (Porto).
De marzo a octubre de 2002, se involucró en un proyecto en el IBMC (Instituto
de Biologia Molecular y Celular), en Portugal, cuyo objetivo era perfeccionar
la comunicación de la ciencia. En enero de 2003, preparó un coloquio
en el IGM (Instituto de Genética Médica), donde presentó
una ponencia con el objetivo de provocar reflexiones sobre la comunicación
de la ciencia en Portugal.
Entre febrero de 2003 y diciembre de 2003, continuó trabajando, en regimen
free-lance, con el periódico O Primeiro de Janeiro (Porto).
Desde junio de 2004 hasta la actualidad está realizando prácticas
profesionales de producción y realización en la Televisión
de Galicia, en régimen de convenio con el Curso de Especialización
en Comunicación Audiovisual na Era Dixital de la Facultad de Ciencias
de la Comunicación de la USC (Universidad de Santiago de Compostela).